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“Dirigir un sindicato en Hong Kong es una lucha sin tregua”, ¿qué ocurrirá con los trabajadores “si nadie les ayuda”?
Hong Kong

“Dirigir un sindicato en Hong Kong es una lucha sin tregua”, ¿qué ocurrirá con los trabajadores “si nadie les ayuda”?

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Equal Times

Artículo en la página web de Equal Times

Hace un año, tras graduarse en la universidad, Shan Ho consiguió exactamente el trabajo que quería. A sus padres nunca les ha dicho a qué se dedica, solo que se trata de un “trabajo de oficina”. Saben que gana poco, pero no están al corriente de la gran verdad: que Shan es sindicalista. Si lo supieran, les costaría conciliar el sueño.

Trabajar para un sindicato se ha convertido en una salida profesional potencialmente peligrosa en el Hong Kong actual. En los últimos años, varios de los sindicalistas más desatacados de la ciudad han sido encarcelados o se han visto obligados a exiliarse en virtud de la drástica Ley de Seguridad Nacional de Pekín, introducida tras el movimiento de protesta antigubernamental que tuvo lugar en 2019-2020. Cerca de 250 sindicatos se han disuelto, y muchos de los que quedan se enfrentan a múltiples dificultades.

La mentira piadosa de esta joven sindicalista para proteger a sus padres de la angustia sigue teniendo sentido, entre otras cosas porque el Gobierno de Hong Kong está apretando aún más las tuercas a los sindicatos locales.

En febrero, las autoridades laborales de Hong Kong, una región administrativa especial de China, propusieron una serie de enmiendas a su Ordenanza sobre Sindicatos. Alegando salvaguardar la seguridad nacional, se propuso: la obligación de los sindicatos de obtener una aprobación de las autoridades para recibir fondos de cualquier “fuerzas externa”; prohibir permanentemente que las personas condenadas por delitos contra la seguridad nacional trabajen en sindicatos; y facultar a las autoridades para acceder a los locales de los sindicatos, confiscar documentos y denegar registros y fusiones de sindicatos, todo ello sin derecho a apelación.

Hasta ahora, las respuestas expresadas abiertamente a las enmiendas propuestas han sido mayoritariamente positivas en todo Hong Kong, donde se ha eliminado la oposición en la asamblea legislativa y se ha procedido al cierre de la mayoría de los principales medios informativos prodemocráticos. En una reciente minirreunión parlamentaria, Lam Chun-sing, sindicalista y legislador pro-Pekín, afirmó que, durante el movimiento de 2019, muchos sindicatos organizaron “huelgas políticas para atacar al Gobierno”. Él esperaba que las enmiendas “atendieran mejor a las necesidades de los trabajadores”. Stanley Ng, legislador pro-Pekín y presidente de la FTU, adoptó una postura similar, afirmando en una declaración de la FTU que el proyecto de ley puede evitar que una agrupación “lleve a cabo actividades subversivas” bajo el estandarte del sindicalismo, al tiempo que garantiza que los sindicatos se centren realmente en asuntos sindicales.

Sin embargo, Joe Wong, veterano sindicalista y expresidente de la ya disuelta Hong Kong Confederation of Trade Unions (HKCTU), señala a Equal Times que le preocupa que los cambios propuestos puedan disuadir a los trabajadores de afiliarse a sindicatos. “Hoy en día, el sindicalismo es ya un asunto políticamente delicado. Las enmiendas podrían disuadir aún más a los trabajadores. Si se establece una nueva norma que permita a los funcionarios del Gobierno entrar y salir de las oficinas sindicales para investigar documentos, es probable que los trabajadores no quieran que se les asocie con el sindicato”.

Ho, por su parte, cree que la iniciativa del Gobierno no tendría un impacto significativo en los sindicatos independientes de Hong Kong. En su opinión, gran parte del sector, en el que tradicionalmente trabajan sobre todo obreros, ha sufrido un duro golpe en los últimos años, por lo que la imposición de nuevas restricciones no supondría una gran diferencia. Pero añade: “No creo que en el futuro haya alguien que quiera crear nuevos sindicatos”.

¿Por qué endurecer las medidas?

Parte de la justificación del Gobierno respecto a las enmiendas es que en los años 2019 y 2020 hubo personas “con segundas intenciones” que intentaron llevar a cabo actividades que “ponían en peligro la seguridad nacional bajo el disfraz de sindicatos”.

Según cifras oficiales, entre noviembre de 2019 y mayo de 2020, el número de solicitudes para registrar sindicatos se disparó hasta alcanzar las 4.386, frente a una media de 15 solicitudes registrada en los cinco años anteriores.

No todas las solicitudes prosperaron. Aun así, el aumento del número de sindicatos registrados en 2020 fue notable, pasando de 917 en 2019 a 1.410 en el espacio de un año. Según Kingsley Wong, legislador y presidente de la Hong Kong Federation of Trade Unions (FTU), organización favorable a Pekín, muchos de los nuevos grupos tenían intereses políticos y suponían “una gran amenaza para la seguridad nacional”.

Muchos ciudadanos prodemocráticos consideran, no obstante, que la súbita proliferación de sindicatos en aquellos tiempos generó un breve momento de euforia, suscitando esperanzas de un nuevo capítulo que comenzaba para el movimiento sindical independiente en un ciudad hipercapitalista como Hong Kong.

La ola de sindicalización desde finales de 2019 hasta mediados de 2020 se produjo en un momento en que el movimiento de protesta, desencadenado por un polémico proyecto de ley de extradición, había sacudido el centro financiero asiático durante meses y se estaba volviendo cada vez más violento. Algunos hongkoneses empezaron a creer que la huelga era una forma de hacer avanzar el movimiento. Otros percibían la sindicalización como un medio para mantener el impulso de un posible cambio social generado por el movimiento, e incluso para conseguir un voto que representara al sector laboral en el colegio electoral de círculos reducidos donde se elige al máximo dirigente de la ciudad. Un trabajador social que planeaba crear un sindicato en aquellos días admite: “Ganar esa votación era nuestro principal incentivo para sindicalizarnos. No había nada ilegal en ello”.

Pero ninguna de estas ideas dio fruto: el movimiento de protesta se terminó a mediados de 2020 debido al doble revés de la covid y de la promulgación de la Ley de Seguridad Nacional impuesta por Pekín. Esta legislación penaliza la secesión, la subversión, la connivencia con el extranjero y el terrorismo, y los infractores pueden ser condenados a cadena perpetua.

Según el Gobierno de Hong Kong, la Ley de Seguridad Nacional ha logrado efectivamente que Hong Kong pase del caos al orden, y, “en interés de la seguridad nacional”, es necesario endurecer aún más la normativa sobre sindicatos a través del proyecto de enmienda de la Ordenanza sobre Sindicatos. El proyecto de ley se está debatiendo actualmente en el mini-parlamento “exclusivo para patriotas”. De aprobarse, seguramente la nueva normativa entraría en vigor este año.

Una cascada de cambios

El proyecto de enmienda no sorprende en absoluto a los sindicalistas independientes como Ho y Wong. En los últimos años, han presenciado un cambio radical en el sector sindical, propiciado por la represión de las autoridades contra el movimiento de protesta de 2019 y por los consiguientes cambios en el entorno político de la ciudad.

Durante mucho tiempo, el panorama sindical de Hong Kong estuvo dominado por la FTU, organización pro-Pekín. En 1990 empezó a dividirse en dos bandos tras la fundación de la organización prodemocrática HKCTU, que se convirtió en otra fuerza a tener en cuenta. Sin embargo, la FTU se mantuvo como el agente principal, siendo casi tres veces mayor que la HKCTU.

Al constituir la mayor confederación sindical independiente y prodemocrática de Hong Kong, la HKCTU representaba a aproximadamente 145.000 trabajadores de 93 sindicatos. Además de defender los derechos de los trabajadores locales, había estado durante décadas en el centro del movimiento democrático de Hong Kong, defendiendo al mismo tiempo los derechos laborales en China continental. Durante el movimiento prodemocrático de 2019, la HKCTU estuvo activamente implicada.

Poco después de que Pekín promulgara a mediados de 2020 la Ley de Seguridad Nacional para Hong Kong con objeto de sofocar las protestas, varios líderes de la HKCTU, junto con otros sindicalistas activistas, se vieron atrapados en la ofensiva.

El cofundador y secretario general, Lee Cheuk-yan, la presidenta, Carol Ng, y el vicepresidente, Leo Tang, fueron arrestados, procesados y condenados por cargos relacionados con las protestas o con la Ley de Seguridad Nacional; el director ejecutivo, Mung Siu-tat, huyó al Reino Unido alegando “riesgos políticos inminentes y preocupaciones por su seguridad”. Mientras tanto, decenas de sindicatos prodemocráticos se disolvieron uno tras otro. Entre ellos, el Union for New Civil Servants, en enero de 2021, y el Professional Teachers’ Union, el mayor sindicato independiente de la ciudad, en agosto de 2021. El temor a la pérdida de libertades civiles aumentó, y se intensificó aún más en octubre de 2021, cuando la HKCTU se disolvió en medio de crecientes presiones políticas.

Hoy, en una era de profundo control por parte de Pekín, los dirigentes favorables al régimen afirman que la estabilidad se ha restablecido en Hong Kong. No obstante, los observadores extranjeros que hacen seguimiento del estado de la libertad y la democracia en el territorio llegan a otras conclusiones. En diversos índices internacionales relacionados con los derechos y libertades, Hong Kong no sale bien parado. En la edición de 2025 del Índice Global de los Derechos publicado por la Confederación Sindical Internacional (CSI), el territorio ha obtenido una calificación de 5, la misma que Bangladés, Arabia Saudita y Venezuela. El Índice denuncia, entre otras cosas, el amplio uso de la “injerencia externa o extranjera”, una amenaza para los derechos democráticos, puesto que tal medida apunta a la disidencia.

“Una lucha sin tregua”

Para los activistas y los grupos de defensa, la disolución de la influyente HKCTU supone un duro revés para el sindicalismo de Hong Kong. Entre los primeros en recibir el golpe están los numerosos sindicatos afiliados a la HKCTU. El sindicato Hong Kong Buildings Management and Security Workers General Union, del que Shan Ho es secretaria de organización, es uno de ellos.

Desde la disolución de la HKCTU, este pequeño sindicato ha estado luchando para salir adelante. El drástico descenso del número de afiliados y la escasez de fondos constituyen los mayores retos. Entre 2020 y finales de 2024, el número de afiliados del grupo se desplomó en casi un 85%, pasando de 474 a 74. Sus fondos se están agotando rápidamente, con lo que no podrán durar más de uno o dos años más.

Según Ho, en el pasado su sindicato dependía en parte de los cursos de formación impartidos por la HKCTU para reclutar nuevos miembros, y podía utilizar las oficinas de la HKCTU para gestionar asuntos sindicales, lo que suponía un importante ahorro en gastos de alquiler en una ciudad donde los costes inmobiliarios están por las nubes. Estas ventajas han desaparecido. En el actual clima político, los antiguos vínculos que la agrupación mantenía con la HKCTU pueden dificultar aún más su capacidad para atraer fondos y afiliados. “Es difícil encontrar nuevos miembros. No sé si tiene que ver con la política o si siempre ha sido así de complicado”, afirma.

Economizar resulta ahora fundamental para la supervivencia del sindicato Buildings Management and Security Workers General Union. Actualmente comparte oficinas en un antiguo edificio industrial con otro sindicato, el Cleaning Service Industry Workers Union. La propia Ho está buscando personalmente financiación de iniciativas sociales para subvencionar a su grupo. “Dirigir un sindicato es una lucha sin tregua”, señala.

“Es como si te mordiera una serpiente y te amputaran una extremidad”

Wong, que actualmente dirige el sindicato Cleaning Service Industry Workers Union, anticipó estas dificultades ya en 2021, cuando él y otros miembros destacados de la HKCTU organizaron una votación para decidir si disolver la HKCTU.

“Rendirse fue una decisión muy dura. Es como si te mordiera una serpiente y te amputaran una extremidad. Sabíamos que los sindicatos independientes se verían sumamente afectados, pero no había otra opción. Queríamos que todos los integrantes de la HKCTU estuvieran a salvo”, recuerda Wong.

Tras el colapso de la HKCTU, el propio Wong también quedó traumatizado. Seis meses después de la disolución, él y otros dos compañeros fueron detenidos por la policía de seguridad nacional, supuestamente por no facilitar información relacionada con la HKCTU. El trío fue posteriormente condenado y se le impuso una pequeña multa. A finales de abril de 2023, la policía volvió a llamar a su puerta de madrugada, esta vez con relación a su plan de organizar una marcha para el Primero de Mayo. Fue detenido brevemente en régimen de incomunicación. Tras su puesta en libertad, los medios de comunicación informaron de que había sufrido “una crisis emocional” debido a la presión tan intensa a la que se había visto sometido.

Wong guarda silencio respecto a lo sucedido aquel día. “Ahora me gusta levantarme a las cinco de la mañana todos los días, porque llamaron a mi puerta a las seis de la mañana. Me entreno para estar bien despierto temprano”, dice con ironía, refiriéndose a la policía de seguridad nacional. “Pero me encuentro en una posición mucho más afortunada que muchas otras personas”.

Desde la promulgación de la Ley de Seguridad Nacional, más de una docena de sindicalistas han sido detenidos. Los exdirigentes de la HKCTU Carol Ng y Lee Cheuk-yan llevan más de 1.500 días en la cárcel.

Se espera que Ng sea puesta en libertad en julio de 2025, una vez cumplida su condena. Lee es una de las figuras prodemocráticas de Hong Kong que se ha enfrentado al mayor número de acusaciones. Tras cumplir 20 meses de cárcel por cuatro delitos relacionados con la organización de protestas, permanece en prisión preventiva a la espera de un juicio por delitos contra la seguridad nacional que dará comienzo en noviembre de este año. El cargo de “incitación a la subversión” que se le imputa conlleva una pena máxima de 10 años de cárcel. Su esposa, la sindicalista Elizabeth Tang (ex secretaria general de la Federación Internacional de Trabajadoras Domésticas), y la hermana de esta han estado también en el punto de mira de la policía de seguridad nacional: Elizabeth Tang fue detenida en marzo de 2023 y posteriormente puesta en libertad sin cargos, mientras que su hermana menor, Marilyn Tang, fue encarcelada durante seis meses por prevaricación al sustraer dispositivos electrónicos del domicilio de Elizabeth Tang poco después de su detención.

“Si hubieras venido antes, podríamos haber organizado una huelga”

Según Wong, a raíz del cambio radical en el panorama político de Hong Kong, los sindicatos prodemocráticos han perdido gran parte de su poder de negociación para representar las preocupaciones de los trabajadores en la formulación de políticas.

“El Gobierno no interviene en los asuntos de los sindicatos, pero los sindicatos independientes se enfrentan a muchos problemas, desde escasez de fondos hasta la desconfianza que los trabajadores les profesan. Es todo muy evidente”, explica. “Al mismo tiempo, muchos trabajadores piensan que, como la economía no va bien, deben conformarse con seguir teniendo trabajo… y es mejor mantenerse al margen de los sindicatos”.

Con la desaparición de la HKCTU y la apatía generalizada por parte de los trabajadores, muchos sindicatos independientes tienen que esforzarse ahora más para llegar a los trabajadores. Sin embargo, prestarles apoyo a tiempo suele ser todo un reto.

Hace poco se aplicó un recorte de casi una quinta parte a los sueldos de los guardias de seguridad de una urbanización pública después de que el servicio de seguridad de la urbanización se adjudicara a un nuevo contratista. El nuevo contrato vale 4 millones HKD (aproximadamente 446.000 EUR) más que el anterior, pero ese aumento no se ve en absoluto reflejado en los sueldos de los trabajadores. En un momento dado, el sindicato de Ho se enteró del caso a través de rumores, pero para cuando su equipo se puso en contacto con los guardias de seguridad, estos ya habían firmado un acuerdo sobre los recortes salariales.

Durante la reunión, los trabajadores comparecieron con un montón de quejas, y uno de ellos le dijo a Ho: “Si hubieras venido antes, podríamos haber organizado una huelga”.

Ho considera que las cosas podrían haber sido distintas si Hong Kong contara con un panorama sindical dinámico; y que su equipo podría haber sido avisado antes y haber ofrecido ayuda.

No obstante, hay trabajadores que optan por emprender huelgas sin recurrir a los sindicatos. En 2021, cientos de repartidores de la plataforma de comida a domicilio Foodpanda se declararon en huelga a raíz de los recortes salariales y las condiciones de trabajo. Fieles al estilo del siglo XXI, los trabajadores coordinaron la iniciativa a través de grupos de chat en las redes sociales. En una manifestación, la policía advirtió a los trabajadores en huelga, muchos de los cuales procedían de diversas partes del sudeste asiático, que se dispersaran, y amenazó con recurrir a la fuerza si no obedecían. Al final, los trabajadores llegaron a un acuerdo con la empresa de reparto de comida, pero hay cuestiones fundamentales que siguen sin resolverse. Desde entonces, los repartidores de Foodpanda y otros trabajadores de plataformas de reparto de comida a domicilio han protagonizado varias huelgas más.

En otro incidente, un grupo de limpiadores intentó organizarse para luchar por mejores condiciones de trabajo, pero acabaron echándose para atrás por las presiones. Un limpiador jubilado implicado en el asunto y que prefiere permanecer en el anonimato, declaró a Equal Times: “Cuando estábamos a punto de reunirnos [con el empleador], los trabajadores y el supervisor se echaron atrás. Se sentían presionados por algunas personas. Por aquel entonces, también recibí una llamada telefónica de un desconocido diciéndome que era mejor que me apartara de la acción. La voz era amable, pero nunca supe quién era esa persona”.

El jubilado, antiguo supervisor de una agencia de limpieza, no da más detalles. Solo dice que, al final, los limpiadores decidieron no seguir adelante con el asunto ni pedir ayuda a un sindicato. “Es mejor no hacer nada por el momento. No se puede hacer otra cosa”, señala.

“Si nadie ayuda a estos trabajadores, ¿qué pasará?”

Según el artículo 27 de la mini Constitución de Hong Kong, los residentes hongkoneses disponen de libertad de asociación, de reunión, de procesión y de manifestación, de libertad para crear y afiliarse a sindicatos, así como del derecho de huelga. Desde que Pekín impuso la Ley de Seguridad Nacional, los sindicatos y los trabajadores han ejercido estos derechos con mucha cautela, si es que han podido. La marcha anual por las calles de la ciudad con ocasión del Primero de Mayo, que tradicionalmente congregaba a miles de sindicalistas y trabajadores, no se celebra desde el año 2019. Las casetas temporales instaladas en las calles por agrupaciones de trabajadores para promover los derechos laborales suelen atraer la vigilancia policial.

El número total de sindicatos en Hong Kong se ha ido reduciendo en los últimos años, pasando de 1.527 en 2021 a 1.412 en 2024; y desde 2021 se han disuelto 249 sindicatos. Al mismo tiempo, el número de sindicatos nuevos se ha desplomado desde el máximo de 495 que se alcanzó en 2020, reduciéndose a 180 en 2021, 40 en 2022, 25 en 2023, y 6 en 2024.

Debido a las diversas limitaciones y dificultades, la capacidad de los sindicatos de Hong Kong para promover cambios para los trabajadores se encuentra ahora en entredicho. Un repartidor de comida a domicilio que prefiere permanecer en el anonimato declara a Equal Times: “En Hong Kong no existen derechos de negociación colectiva, por lo que a día de hoy el poder de los sindicatos es limitado, sobre todo en el caso de los sindicatos independientes. Si los repartidores organizan huelgas por su cuenta, tampoco pueden conseguir gran cosa. Disponemos de muy poco poder de negociación”.

El limpiador jubilado adopta una actitud filosófica: “Esperemos a ver qué pasa. No nos queda más remedio que sobrevivir al régimen”, dice. “Los sindicatos son siempre importantes en la sociedad, sobre todo para los trabajadores de base que carecen de conocimientos suficientes acerca de sus derechos”.

Fay Siu, directora ejecutiva de la Association for the Rights of Industrial Accident Victims, comparte esta opinión.

“Muchos trabajadores de la construcción desconocen sus derechos. Cuando son acosados por sus jefes, o cuando sus salarios, condiciones de trabajo u horarios son injustos, no se atreven a quejarse. Algunos no se preocupan por la seguridad. Ni siquiera se ponen un cinturón de seguridad a la hora de trabajar a cierta altura. Eso les confiere cierta sensación de heroísmo”, explica Siu.

“Hemos sido testigos de muchas muertes trágicas y sucesos tristes a lo largo de los años. Si nadie ayuda a estos trabajadores y a sus familias, ¿qué pasará? Eso es lo que nos hace seguir adelante”.

Según Siu, su agrupación y los trabajadores que esta representa han adquirido de forma inesperada mayor protagonismo en los medios de comunicación, en plena transformación política de Hong Kong. La Ley de Seguridad Nacional ha acallado muchas voces disidentes, por lo que los periódicos están dedicando más espacio a informar sobre los accidentes laborales, en particular los que se saldan con víctimas mortales.

“La cobertura informativa ha aumentado, y la recaudación de fondos se ha vuelto más sencilla, aunque todo ello por una razón bastante lamentable”, afirma.

Otro acontecimiento inesperado, señala Siu, es que sin la oposición, la formulación de políticas tiende a avanzar más rápido. “Pero los debates no suelen profundizar mucho. Al final da la sensación de que las decisiones se toman porque sí”, explica. “Por lo general, se ha progresado de forma constante a lo largo de los años, pero todavía queda mucho por mejorar”.

Con todo, Siu se muestra pesimista en cuanto a las perspectivas de mejora de los derechos de los trabajadores de base en Hong Kong. “La fuerza [subyacente a este tipo de trabajo] está disminuyendo. Nos sentimos solos. Antes había más gente y agrupaciones a nuestro alrededor. Podían identificar tus defectos, y eso te incitaba a mejorar. Aquello contribuía a crear un mejor ambiente.”

Nuevas asociaciones

Joe Wong considera que la solución es intentar no ir por libre. Su sindicato colabora en ocasiones con diversas ONG para llevar a cabo proyectos o prestar servicios dirigidos a los trabajadores de la limpieza. “Las cosas están ahora más fragmentadas. Los sindicatos ya no son los únicos canales que promueven los intereses de los trabajadores. Algunos grupos de interés, activistas individuales y grupos religiosos también se han incorporado a la escena para abogar por los derechos laborales. Y pueden ser bastante eficaces a nivel comunitario”.

Uno de sus colaboradores es Lok Day Culture, una ONG que presta servicios comunitarios de cuidados y apoyo. En colaboración con el sindicato de Wong, organiza programas, como, por ejemplo, visitas guiadas a la comunidad, para que el público conozca el trabajo de los servicios de limpieza urbana, o masajes gratuitos para los trabajadores que están cansados.

Según su fundador, Kung Wai-lok, los obreros están más abiertos a las agrupaciones comunitarias que a los sindicatos, entre otras cosas porque consideran que carecen de cargas políticas. Cuando hace unos años se inauguró el centro comunitario de Lok Day en un barrio obrero de Kowloon, Kung expuso en el local diversos objetos que representaban distintas creencias e ideologías –desde la Biblia hasta pulseras con la imagen de Mao Zedong–, en parte por diversión y en parte para evitar que se les etiquetara políticamente.

“Cuando a un trabajador se le pide su foto de pasaporte para presentar alguna solicitud, pueden saltarle las alarmas. Hay muchas cosas que pueden hacerles desconfiar y marcharse”, explica. “Aquí somos informales, flexibles y orgánicos en nuestro enfoque. Podemos llegar a un mayor número de trabajadores. Ahora es imposible salir a la calle, pero no hay que ser pesimista. Siempre se pueden aportar nuevas ideas”.

No obstante, en comparación a los sindicatos, ONG como Lok Day están limitadas en lo que pueden hacer. Mientras que los sindicatos pueden representar a los trabajadores en procedimientos judiciales, inclusive aquellos ligados a conflictos laborales, las ONG no tienen ese derecho. Por otra parte, la afiliación de los trabajadores confiere a los sindicatos su mandato democrático, un atributo del que adolecen las ONG.

Joe Wong, que tiene más de 50 años, siente que la esperanza procede sobre todo de la generación más joven de sindicalistas y defensores de los derechos laborales. “Es alentador ver a los jóvenes unirse al movimiento. Aportan energía nueva y nuevas ideas. Gracias a ellos no pierdo la esperanza en los sindicatos independientes. Es duro, pero todavía hay esperanza”.

 

Shirey Lau

Este artículo ha sido traducido del inglés por Guiomar Pérez-Rendón

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