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La evolución del movimiento sindical
Ucrania

La evolución del movimiento sindical

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Oleksandr Skiba - Traducción: Faustino Eguberri

Publicamos este texto sobre la evolución del movimiento sindical en Ucrania en la página web de la Red Sindical Internacional de Solidaridad y Lucha. ¡Dar voz a quienes componen el movimiento sindical es una prioridad para nuestra Red!

"El movimiento sindical ucraniano se encuentra en una encrucijada histórica. Seguir funcionando con modelos y métodos anticuados es emprender el camino de la insignificancia y el declive. Ante la profunda transformación de la sociedad y la reconstrucción de posguerra, los sindicatos deben elegir entre la extinción y la modernización."

Oleksandr Skiba es miembro del VPZU (Sindicato Libre de Trabajadores Ferroviarios de Ucrania - KVPU) en el depósito ferroviario de Darnytsa y Presidente de la Fundación para el Desarrollo del Sindicato.

 

El movimiento sindical ucraniano nació en el marco del sistema soviético, en el que los sindicatos desempeñaban principalmente un papel decorativo, centrándose en la distribución de los beneficios sociales más que en la defensa de los derechos de los trabajadores. El colapso de la Unión Soviética marcó el comienzo de un nuevo capítulo. A partir de 1990 comenzaron a surgir organizaciones sindicales independientes, cuestionando las instituciones del “antiguo sistema”. Con el tiempo, un número importante de estas organizaciones se reagruparon en la Confederación de Sindicatos Libres de Ucrania (KVPU).

Paralelamente, la Federación de Sindicatos de Ucrania (FPU), la mayor coalición de sindicatos llamados "tradicionales" o "amarillos", continuó sus actividades. Esta entidad ha heredado patrimonio y posiciones institucionales considerables de la era soviética. Aunque haya conservado una estructura organizativa formal, que incluía informes, comités y divisiones juveniles, sus operaciones eran en gran medida simbólicas y carecían de compromiso sustancial. En particular, la participación de las y los jóvenes en estas organizaciones era nominal, sin una implicación real en los procesos de toma de decisiones o de defensa de los derechos laborales.

Al comienzo de la guerra a gran escala en 2022, el movimiento sindical se encontró en una situación de profunda crisis. Los principales retos a hacer frente fueron los siguientes:

- Debilidad institucional: los sindicatos han ejercido una influencia mínima en los procesos legislativos y en la elaboración de la política económica;

- Aislamiento político: las cuestiones relacionadas con el trabajo se han marginado y los sindicatos no disponen de una plataforma política específica;

- Estancamiento organizativo: la visión estratégica estaba ausente, los marcos jurídicos estaban subdesarrollados y los avances en materia de transformación digital seguían siendo insuficientes.

Contexto jurídico y político en tiempos de guerra

El estallido de una invasión a gran escala en Ucrania ha provocado transformaciones radicales en el marco jurídico de las relaciones laborales. La ley n° 2136, aprobada en 2022, ha restringido considerablemente los derechos de las y los trabajadores: se han prohibido las huelgas, se han reducido las garantías sociales y se han anulado disposiciones clave de los convenios colectivos. Como resultado, los sindicatos se han visto privados de sus mecanismos de influencia legales y públicos.

Los centros de reclutamiento territorial (TCC) se han convertido en un instrumento de presión adicional. Se han documentado casos en los que la movilización se habría utilizado para apuntar a activistas sindicales y empleados con una posición firmemente a favor de los trabajadores. Los empleadores, por su parte, han adquirido un nuevo poder discrecional, a saber, la capacidad de determinar qué empleados se movilizarían y cuáles estarían exentos de la movilización, a menudo sobre la base de la lealtad personal o la participación en actividades sindicales. Esta evolución ha tenido un impacto significativo en los representantes de los sindicatos independientes, que suelen ser más virulentos en sus críticas a los empleadores y a las autoridades estatales.

Además, un número importante de personas con una posición cívica activa, incluidos líderes y activistas, se ofrecieron como voluntarios para el servicio militar a principios de 2022. Esto ha debilitado considerablemente el capital humano y el liderazgo intelectual del movimiento sindical, agravando las crisis existentes de gobernanza y resiliencia institucional.

Simultáneamente, la suspensión efectiva de las actividades del Servicio Nacional de Trabajo, en particular de las inspecciones de protección laboral, ha dado lugar a violaciones impunes de las normas de seguridad y las condiciones de trabajo.

La suspensión de las inspecciones programadas ha creado un entorno propicio para el abuso, especialmente en los sectores peligrosos y de bajos salarios.

Así, el movimiento sindical ha estado sometido a una doble presión: la del Estado, que ha impuesto medidas restrictivas en tiempos de guerra, y la de los empleadores, que han explotado la guerra como medio de control. En este contexto, la defensa de los derechos de los trabajadores requiere no solo experiencia jurídica, sino también un valor personal excepcional.

Los elementos clave de este contexto son los siguientes:

- la ley n° 2136 y las restricciones que impone a los derechos de los trabajadores, en particular la prohibición de las huelgas y la reducción de las garantías sociales;

- la ley marcial y la presión de los centros territoriales de reclutamiento (TCC)

- la movilización de las y los activistas sindicales, que ha llevado al debilitamiento de las estructuras organizativas;

- la suspensión de facto de las inspecciones de protección laboral, lo que da lugar a violaciones no controladas en el lugar de trabajo.

La respuesta de los sindicatos a los desafíos de la guerra

En respuesta a los desafíos sin precedentes planteados por la invasión a gran escala, los sindicatos ucranianos han movilizado una amplia gama de iniciativas para apoyar a los trabajadores y defender la cohesión social. A pesar de los límites institucionales y limitaciones políticas, los sindicatos han demostrado resiliencia, adaptabilidad y un fuerte compromiso con la solidaridad.

- Actividades voluntarias y ayuda humanitaria: Las organizaciones sindicales han desempeñado un papel activo en los esfuerzos de voluntariado, proporcionando un apoyo esencial a las personas desplazadas dentro del país y a las poblaciones vulnerables. Estas iniciativas incluyen la distribución de alimentos, ropa, medicamentos y refugios, así como la coordinación del apoyo logístico en cooperación con las comunidades locales y los socios internacionales.

- Apoyo a los trabajadores de las infraestructuras esenciales y del sector de la defensa: Los sindicatos han prestado ayuda específica a los empleados que trabajan en los servicios esenciales, en particular en los sectores de la energía, el transporte, la atención médica y la defensa.

- Protección de los derechos de los trabajadores movilizados.

- Compromiso con las iniciativas sindicales internacionales: los sindicatos ucranianos han participado activamente en las redes mundiales de solidaridad y a los foros internacionales del trabajo. Estos compromisos han permitido facilitar el intercambio de buenas prácticas, obtener ayuda material y sensibilizar a la comunidad internacional sobre las luchas del movimiento sindical ucraniano.

El estancamiento estratégico y la pérdida de influencia

En el contexto de la guerra, el movimiento sindical ucraniano se ha encontrado no solo en una situación de adversidad externa, sino también en una profunda crisis estratégica interna. Nos enfrentamos a la falta de una estrategia coherente, orientada al futuro y proactiva, capaz de afrontar los retos contemporáneos y dar forma al futuro de las relaciones laborales en el país. La crisis se ha traducido de la manera más visible a través de la pasividad organizativa, la incapacidad de influir en los procesos legislativos, un alejamiento del discurso público nacional y, sobre todo, la pérdida de la voz política de los sindicatos.

Un número importante de sindicatos ucranianos ha conservado, por inercia, la tradición de comportamiento apolítico de la era soviética. Sin embargo, en el contexto de la profunda transformación del Estado y la sociedad ucranianos, esta posición ha dejado de ser neutral. Por el contrario, se ha vuelto destructiva. Permanecer apolítico cuando se toman decisiones fundamentales que afectan a los derechos de las y los trabajadores es en realidad una forma de complicidad en la violación de estos derechos. Como resultado, los sindicatos no solo están ausentes de la esfera política, sino que pierden la limitada influencia que tenían antes.

El contraste con los países europeos es sorprendente. En todo el continente las fuerzas políticas de izquierda se centran cada vez más en las cuestiones relacionadas con el trabajo: distribución equitativa de los ingresos, seguridad social, gestión de los efectos de la automatización y la digitalización.

Los sindicatos europeos se comprometen activamente con los partidos políticos progresistas, participan en los debates parlamentarios y ejercen presión para defender los intereses de las y los trabajadores a nivel nacional y supranacional. En Ucrania, sin embargo, esta sinergia estratégica es prácticamente inexistente. Los sindicatos y sus potenciales aliados políticos operan de forma aislada, sin plataformas, estrategias o alineación ideológica comunes. El resultado es una marginación: los sindicatos están hoy en día en gran medida sin aliados y sin influencia.

Las implicaciones de la automatización y el desarrollo de la inteligencia artificial son particularmente cruciales. En otros países los sindicatos están en primera línea para defender el reconocimiento del trabajo digital, luchar por la preservación del empleo, garantizar la protección de los datos y garantizar el acceso a la mejora de las competencias y a la reconversión. En Ucrania, sin embargo, estas áreas críticas permanecen casi completamente descuidadas. Existe un peligro real de que el país se retrase en su respuesta a la cuarta revolución industrial, dando así la iniciativa a las sociedades transnacionales y a las estructuras oligárquicas locales.

El estancamiento estratégico en el que se encuentran actualmente los sindicatos ucranianos se manifiesta en múltiples dimensiones:

- la ausencia de relaciones con organizaciones políticas y de un compromiso significativo con los movimientos de izquierda; 

- la incapacidad de dar forma a agendas legislativas en defensa de los derechos de las y los trabajadores;

- un desconocimiento de la transformación digital de la economía;

- la negativa a constituir una base ideológica coherente y basada en valores.

Este estancamiento solo puede superarse mediante una reevaluación fundamental de los principios y las prácticas. Los sindicatos deben volver a encontrar su papel histórico como actores políticos, agentes del cambio de sociedad y participantes activos en el diálogo público. Sin esta transformación, el movimiento seguirá siendo inaudible, no inspirará confianza y, en última instancia, no será relevante.

El problema de los sindicatos amarillos y de los falsos sindicatos

Uno de los problemas más urgentes y perjudiciales a los que se enfrenta el movimiento sindical ucraniano es la persistencia de los llamados "sindicatos amarillos" o falsos sindicatos. Se trata de organizaciones que se asemejan externamente a sindicatos legítimos pero que, en la práctica, sirven a los intereses de los empleadores, los funcionarios u otras estructuras de poder. Su función principal es simular una asociación social y sustituir la verdadera defensa de los derechos de los trabajadores por actividades superficiales adaptadas al beneficio del capital y la autoridad.

Las raíces de estas formaciones se remontan a la era soviética, cuando los sindicatos estaban integrados en el aparato estatal y funcionaban como organizadores de actividades de ocio y eventos ceremoniales, como distribuidores de cheques de vacaciones, más que como defensores de los derechos laborales. Hoy en día, incluso para muchos ucranianos, el concepto de “sindicato” sigue siendo sinónimo de “regalos y celebraciones” en lugar de lucha, solidaridad y acción colectiva.

Los empleadores utilizan activamente los sindicatos falsos para presionar a las y los trabajadores y desacreditar al movimiento sindical independiente. En varios sectores, en particular la administración pública, el transporte y la energía, los empleados a menudo se ven obligados a unirse a dichos sindicatos bajo la amenaza de despido, la pérdida de beneficios sociales o como condición de empleo de facto. Esta práctica constituye una violación directa del derecho fundamental a la libertad de asociación. Sin embargo, debido a la capacidad limitada de las inspecciones laborales y a la falta de un control público eficiente, estas violaciones a menudo quedan impunes.

Estos pseudosindicatos a menudo gozan de un acceso privilegiado al diálogo oficial con el Estado y los empleadores. Participan en las comisiones tripartitas, firman convenios colectivos y contribuyen así a legitimar el deterioro de las condiciones de trabajo. Mientras tanto, los sindicatos auténticos, independientes y activos son relegados a los márgenes del paisaje institucional.

La presencia de sindicatos “amarillos” constituye una amenaza más profunda e insidiosa: socava la confianza del público en el movimiento sindical en su conjunto. Las y los trabajadores que se han enfrentado a estos falsos sindicatos son más propensos a desilusionarse y a perder la confianza en la posibilidad de una representación colectiva eficaz. El resultado es una apatía generalizada y una reticencia a implicarse en la autoorganización o la protesta. Sin confianza y sin creer en el poder de la acción colectiva, la esencia misma del sindicalismo se vacía de su sustancia.

La cuestión de los sindicatos falsos requiere una respuesta global y sistémica, en particular:

- reconocimiento oficial del problema a nivel estatal y de la sociedad;

- establecimiento de un registro nacional transparente de organizaciones sindicales, con criterios de autenticidad claramente definidos;

- campañas de sensibilización del público destinadas a informar a las y los trabajadores sobre las diferencias entre los sindicatos auténticos y los sindicatos "amarillos";

- la inclusión institucional directa de los representantes de sindicatos independientes en los procesos de negociación y las comisiones consultivas dirigidas por el Estado;

- mecanismos estrictos de responsabilidad para sancionar a los empleadores que obligan a los trabajadores a unirse a sindicatos conformes o controlados por el empleador.

No se trata de una cuestión secundaria o técnica, sino de un imperativo estratégico. Sin abordar y resolver esta cuestión, el desarrollo de un movimiento sindical fuerte, democrático y solidario en Ucrania seguirá siendo imposible.

Si aspiramos a ser voces respetadas dentro de la comunidad mundial del trabajo, si buscamos participar en pie de igualdad en el diálogo internacional de la izquierda debemos primero despejar el terreno institucional. Debemos restaurar la integridad del concepto de sindicato. Solo con esta condición será posible una nueva era de solidaridad.

El futuro de los sindicatos en la Ucrania de la posguerra

Una creencia ampliamente extendida, pero errónea, persiste dentro de la sociedad ucraniana: la idea de que todo comenzará de nuevo “después de la guerra”. Sin embargo, la realidad es mucho más compleja. El período de posguerra exigirá no solo la reconstrucción material de las infraestructuras, sino también la resolución de desequilibrios socioeconómicos profundamente arraigados que la guerra ha revelado y exacerbado.

Ucrania se enfrenta ya a una paradoja: a pesar de la guerra en curso, los sectores de servicios y comercio siguen dominando a la producción industrial. En muchas regiones, existe un déficit crítico de empleos manufactureros, estando el capital y la mano de obra concentrados en gran medida en el sector de los servicios y el consumo. Un ejemplo llamativo es que en los grandes centros urbanos, los complejos comerciales y de ocio emplean a más personas que las grandes empresas industriales. Este modelo económico no es viable, especialmente si se tiene en cuenta el regreso previsto de cientos de miles de veteranos y de la ola de emigración en curso.

El tiempo de guerra ha atenuado parcialmente los efectos del desempleo al integrar a grandes segmentos de la población en la economía de la defensa y el voluntariado. Actividades como la fabricación de drones FPV, la reparación de equipos militares, el apoyo logístico del ejército y el desarrollo de sistemas civiles de guerra electrónica han creado oportunidades de empleo a corto plazo. Para muchos hogares, este compromiso es la principal fuente de ingresos. Sin embargo, estas soluciones son solo temporales y se transformarán o requerirán una reestructuración fundamental una vez que finalice la fase activa de la guerra.

Una de las amenazas más graves en el contexto de la posguerra es la posible criminalización de las relaciones laborales. La Ucrania de la posguerra podría enfrentarse a un aumento del empleo no regulado (trabajo “gris” y “negro”), una creciente economía subterránea, el saqueo de empresas y programas de externalización del trabajo forzado sin garantías sociales. Grupos vulnerables, en particular los veteranos, las personas con discapacidad, los jóvenes y los residentes de los territorios anteriormente ocupados - están particularmente expuestos al riesgo de explotación y marginación.

Si el Estado y la sociedad no son capaces de ofrecer oportunidades de empleo seguras, dignas y orientadas al futuro, una parte importante de la mano de obra seguirá buscando medios de vida en el extranjero. La emigración de la mano de obra ya se ha convertido en una de las principales estrategias de supervivencia. Con la apertura de las fronteras de la UE y la persistente inestabilidad interior, es probable que esta tendencia se intensifique.

La respuesta adecuada a estos nuevos desafíos no es la preservación de las estructuras sindicales existentes, sino su transformación completa. Los sindicatos deben convertirse en instituciones modernas y dinámicas, capaces de dar forma al orden socioeconómico de la posguerra. Las áreas clave de la reforma son las siguientes: 

- transformación digital: transición a medios de comunicación modernos, mecanismos digitales para la transparencia y la protección de los derechos; 

- defensa jurídica: expansión de las funciones de apoyo jurídico dentro de los sindicatos, incluida la mejora de la formación de las y los activistas y una mayor participación de las y los abogados laboralistas;

- reflexión estratégica: planificación a largo plazo basada en las tendencias demográficas, económicas y geopolíticas;

- subjetividad política: desarrollo de la capacidad institucional para influir en la legislación, participar en negociaciones con el gobierno y formar coaliciones con otras instituciones sociales.

Los sindicatos del futuro no solo deben desempeñar su papel tradicional de defensa de los salarios y las condiciones de trabajo. Deben convertirse en instituciones estratégicas capaces de articular e implementar una visión nacional de la estrategia de desarrollo del trabajo, evitando así que la sociedad ucraniana caiga en el caos socioeconómico y la desesperación de la posguerra.

Conclusión: la elección entre extinción y modernización

El movimiento sindical ucraniano se encuentra en una encrucijada histórica. Seguir funcionando con modelos y métodos obsoletos es emprender el camino de la insignificancia y el declive. Ante la profunda transformación de la sociedad y la reconstrucción de la posguerra, los sindicatos deben elegir: la extinción o la modernización.

La modernización debe entenderse no como un ajuste cosmético, sino como una transformación global. Significa la consolidación de todas las acciones de protesta y huelga en el marco de una visión estratégica coherente. Significa la politización de los sindicatos y su representación activa en los órganos legislativos en todos los niveles de gobierno.

A día de hoy los sindicatos ucranianos están reflejando en parte un modelo más amplio de infantilismo social y político. Demasiados líderes sindicales permanecen encerrados en una concepción estrecha de su misión, aislados dentro de los límites técnicos de la representación de los trabajadores y desdeñosos del compromiso político, que consideran el dominio de los oportunistas o de los adversarios.

Pero esta actitud tiene un costo. En las sociedades democráticas modernas, abstenerse de participar en la vida política no es una marca de virtud, sino un abandono del poder.  Quienes se desvinculan de la política dejan inevitablemente su futuro en manos de quienes actúan sin preocuparse por el bien público. El resultado no es la neutralidad, sino la vulnerabilidad.

El movimiento sindical debe recuperar su voz y su relevancia. El eslogan del siglo XXI debe ser claro: ¡de la defensa al ataque!


https://correspondenciadeprensa.com/?p=48044
 

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