Exigimos una respuesta urgente al legítimo levantamiento popular. Sin justicia no hay paz.
No debemos permanecer callados ni pasivos ante esta situación
La revuelta popular en Francia crece y se extiende desde el asesinato del joven Nahel a manos de un policía en Nanterre. Los jóvenes de las periferias se identifican con el caso y se han solidarizado y exigido que situaciones como ésta no vuelvan a repetirse. Esta situación no es el resultado de un hecho aislado o de un simple accidente. Es el resultado de sucesivos gobiernos que niegan el racismo estructural y el sistema de violencia policial. Es el resultado de décadas de políticas represivas, heredadas de las prácticas coloniales de gestión de las poblaciones, que se reflejan en los barrios populares. Es el resultado de las desigualdades sociales y territoriales, de la destrucción de los servicios públicos, de la precariedad de la vivienda y del desmantelamiento del tejido de la vida comunitaria, que afecta cada día a millones de trabajadores.
En resumen, son los símbolos del Estado los que están en el punto de mira para ser dañados o destruidos. Siempre es lamentable ver escuelas dañadas, pero esto no puede servir de cortina de humo para reprimir las movilizaciones populares. Las tiendas de grandes marcas también han sido blanco de los ataques. Aunque pueda tener un efecto inesperado, no pueden dejar de impresionarnos las imágenes de carros de la compra llenos de productos de primera necesidad, que arrojan una dura luz sobre la crisis social ligada a los salarios y a la inflación.
Necesitamos poner fin a estos asesinatos y dar respuestas políticas y sociales, medidas concretas, empezando por una reforma de la ley de 2017 sobre las condiciones para el uso de armas por parte de la policía y, además, de toda la institución policial. Tenemos que destruir el sistema racista y desarrollar y fortalecer los servicios públicos y la justicia social. Esa es la única manera de aliviar la tensión: mediante un cambio fundamental.
Desgraciadamente, el gobierno parece querer mantener un enfoque represivo, y la presión para introducir el estado de emergencia aumenta cada hora. Estamos muy preocupados por las detenciones masivas, la violencia y la represión que sufrirán miles de jóvenes, probablemente sin que se respeten sus derechos. Acabamos de saber que han matado a tiros a una persona en la Guayana Francesa, aunque todavía no conocemos los detalles.
No podemos permanecer callados o pasivos ante esta situación. Debemos intentar, a todos los niveles, iniciar una amplia acción unida para influir en la situación. Sin justicia, no hay paz.